martes, 9 de octubre de 2012

Biografias


François Quesnay (Méré, Île-de-France, 1694 - París, 1774)
François Quesnay llegó a hacerse cirujano en 1718; luchó contra las especulaciones propias de la medicina de la época y adquirió el suficiente prestigio como para convertirse en secretario de la Academia de Cirugía (1737) y médico de la corte de Luis XV (1752). Recibió la protección de la amante del rey, Madamme de Pompadour, que le ayudó a ganarse la confianza real como consejero.  Quesnay elaboró en 1758, modificándolo y perfeccionándolo en múltiples ediciones posteriores. Se trataba de un modelo de reproducción económica que analizaba la circulación de la renta en una sociedad dividida en tres clases: agricultores, propietarios y los demás, a los que caracterizaba como clase estéril. También propuso una política económica liberal: libertad de precios y de mercado, libertad de empresa y de cultivos, libertad de circulación y de comercio, reducción de las barreras aduaneras, simplificación del sistema tributario reduciéndolo a un único impuesto sobre la renta de la tierra.
Su crítica al mercantilismo y al modelo económico intervencionista del Antiguo Régimen sentó las bases de la economía política liberal (que se desarrolló en Gran Bretaña a partir de Adam Smith) y ejerció una gran influencia en la época de la Revolución francesa (1789).

Adam Smith (Kirkcaldy, Gran Bretaña, 1723 - Edimburgo, id., 1790) 
En 1759 publicó Teoría de los sentimientos morales, obra profundamente influida por el utilitarismo de Bentham y Mill en la que describía la formación de los juicios morales en el marco de un «orden natural» de ámbito social, y sobre cuyos principios basaría su posterior liberalismo económico.
Su principal aportación teórica es el análisis del mecanismo mediante el cual el libre juego de mercado (tanto escala interna como en las relaciones comerciales con otros países) entre los diversos sectores de la economía genera el máximo beneficio económico del conjunto. Como consecuencia, se mostró siempre contrario a cualquier intervención o regulación de la actividad económica, reduciendo el papel del Estado al de garante de las reglas del juego.
Se opuso al mercantilismo al considerar la riqueza de una nación como la producción anual de bienes y servicios («las cosas necesarias y útiles para la vida»), en lugar de las reservas de metales preciosos, y a la escuela fisiócrata al descartar la tierra como el origen de toda riqueza y proponer en su lugar el factor trabajo. A este respecto, Smith incidió en la especialización como el determinante de la capacidad de una sociedad para aumentar su productividad, y en consecuencia, su crecimiento económico.
Estableció una teoría del valor de un bien que distinguía entre su valor de cambio (capacidad de ser intercambiado por otros bienes) y su valor de uso (utilidad que aporta). Con respecto al valor de cambio, su medida era el trabajo útil incorporado en su obtención; es decir, que una mercancía tiene un precio natural determinado por el coste de producción medido en trabajo, y un precio de mercado. En situación de libre competencia, este último convergería hacia el primero.
Adam Smith completó su análisis con una teoría sobre la distribución de la renta que distinguía entre tres categorías de rentas (salarios, beneficios del capitalista y rentas de la tierra), para sostener a continuación que los salarios eran fijados por las leyes de la oferta y la demanda

John Locke (Wrington, Somerset, 1632 - Oaks, Essex, 1704)
Locke fue uno de los grandes ideólogos de las elites protestantes inglesas que, agrupadas en torno a los whigs, llegaron a controlar el Estado en virtud de aquella revolución; y, en consecuencia, su pensamiento ha ejercido una influencia decisiva sobre la constitución política del Reino Unido hasta la actualidad. Defendió la tolerancia religiosa hacia todas las sectas protestantes e incluso a las religiones no cristianas; pero el carácter interesado y parcial de su liberalismo quedó de manifiesto al excluir del derecho a la tolerancia tanto a los ateos como a los católicos (siendo el enfrentamiento de estos últimos con los protestantes la clave de los conflictos religiosos que venían desangrando a las islas Británicas y a Europa entera).
En su obra más trascendente, Dos ensayos sobre el gobierno civil (1690), sentó los principios básicos del constitucionalismo liberal, al postular que todo hombre nace dotado de unos derechos naturales que el Estado tiene como misión proteger: fundamentalmente, la vida, la libertad y la propiedad. Partiendo del pensamiento de Hobbes, Locke apoyó la idea de que el Estado nace de un «contrato social» originario, rechazando la doctrina tradicional del origen divino del poder; pero, a diferencia de Hobbes, argumentó que dicho pacto no conducía a la monarquía absoluta, sino que era revocable y sólo podía conducir a un gobierno limitado.

Maximilien de Robespierre (Arras, Artois, 1758 - París, 1794)
Cuando Luis XVI convocó a los Estados Generales para resolver la quiebra de las finanzas reales (1788), Robespierre fue elegido para representar al Tercer Estado de Artois. Y cuando la conversión del Tercer Estado en Asamblea Nacional puso en marcha la Revolución francesa (1789), Robespierre se erigió en defensor de las ideas liberales y democráticas más avanzadas (por ejemplo, fue él quien propuso la ley de 1791 que prohibía la reelección de los diputados, con la intención de renovar radicalmente el personal político).
Robespierre impuso una sangrienta represión para impedir el fracaso de la Revolución, no dudando en aprobar leyes que recortaban las libertades y simplificaban los trámites procesales en favor de una «justicia» revolucionaria tan expeditiva como arbitraria; completaba el mecanismo represivo un sistema de delación extendido por todo el país mediante 20.000 comités de vigilancia. En 1794 eliminó físicamente a la extrema izquierda (los partidarios de Hébert) y a los revolucionarios moderados (los indulgentes de Danton y Desmoulins), al tiempo que perseguía sin piedad a toda clase de contrarrevolucionarios, monárquicos, aristócratas, clérigos, federalistas, capitalistas, especuladores, rebeldes, traidores y desafectos (hasta 42.000 penas de muerte en un año).
Una coalición de diputados de diversas tendencias obtuvo de la Convención el cese y arresto de Robespierre y sus colaboradores en el Comité, en una turbulenta sesión en la que se impidió hablar a los acusados y en la que el propio Robespierre resultó herido. De nada sirvió el conato de insurrección popular que protagonizaron los sans-culottes para salvar a Robespierre. Juzgado por sus propios métodos, fue guillotinado junto con 21 de sus partidarios en la plaza de la Revolución, poniendo fin al Terror y dando paso a un periodo de reacción hacia posiciones moderadas.

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